Gustavo Petro y Francia Márquez, el presidente y la vicepresidenta de Colombia, volvieron a aparecer juntos en público este 7 de agosto, en la conmemoración de sus tres años encabezando el Gobierno.
Habían coincidido en la instalación de la nueva legislatura del Congreso de la República el pasado 20 de julio, pero ese día mantuvieron la distancia, y ni siquiera se saludaron. Su distanciamiento era evidente.
En Leticia, en cambio, caminaron juntos, vistieron del mismo blanco y participaron en una ofrenda floral en honor a los soldados colombianos caídos durante el conflicto con el Perú de 1930-1932.
La imagen, de unidad, contrasta con las señales de tensión que se han acumulado: la vicepresidenta ha estado ausente de espacios clave del gabinete y, hace apenas dos semanas, dijo en un acto público en Cali que tenía ganas de gritar.
“No estoy aquí para quedarme callada. No voy a fingir que no duele”, afirmó frente a un auditorio lleno, en referencia a lo lejos que ha quedado de los espacios de toma de decisiones.
El jueves, Márquez y Petro buscaron dejar a un lado sus diferencias políticas. Distancias entre dos líderes de la izquierda que tienen más peso en este período preelectoral, a menos de tres meses de la consulta en la que ese sector tiene previsto definir su candidato presidencial. El ministro del Interior, Armando Benedetti, señaló la relevancia de la imagen de reencuentro. “El saludo entre el presidente y la vicepresidenta fue querido, cálido y natural”, escribió en X.
Es un mensaje cargado de significado, pues Benedetti y Márquez han tenido varios roces desde que ella cuestionó la llegada del político de carrera al Gobierno, durante el primer Consejo de Ministros televisado, en febrero pasado. “No comparto su decisión de traer a este Gobierno a estas personas que sabemos que tienen gran parte de la responsabilidad de lo que aquí está pasando”, le dijo a Petro, y advirtió que sabía que sus palabras podían costarle políticamente.
Más allá de ese intento por mostrar unidad, la dirigente afrocolombiana viene gritando desde hace tiempo. Sus diferencias frente al presidente se hicieron evidentes en ese mismo Consejo, cuando le criticó su manejo del Gabinete y le cuestionó su política de paz total, una de sus banderas.
“La gente dice que estoy relegada… y sí, tienen razón. Yo pensé que llegaba aquí a ser su aliada”, le reclamó, y luego hizo referencia a la guerra que azota a su departamento, el Cauca. “Me duele que mi gente me diga que estaba mejor antes de que yo llegara al gobierno”. La relación entre las dos figuras ya estaba mal, pero allí empezó a resquebrajarse del todo.
Apenas dos semanas después, Petro la removió de su cargo como ministra de Igualdad, en la cabeza de una cartera creada por y para ella, sin explicación pública. Desde entonces no ha dejado de cuestionar el bajo nivel de ejecución presupuestal de esa cartera, que no ha superado el 5% desde su creación, en 2023. La relación no hizo crisis pues, en su lugar, el presidente nombró a Carlos Rosero, un viejo amigo y aliado de Márquez.
Justamente otro cambio en Igualdad marcó el novel de la ruptura. El 2 de agosto, tras apenas cuatro meses en el cargo, Rosero fue reemplazado por Juan Carlos Florián, su viceministro de Diversidad y quien es un viejo militante del petrismo, pero tiene rechazo en sectores feministas por haber sido actor de cine para adultos.
Petro ofreció el viceministerio a Florián en 2023, pero Márquez evitó designarlo. Con Rosero tampoco fue inmediata la decisión. “Nadie que sea negro me va a decir que hay que excluir a un actor porno”, dijo Petro en tono de reclamo en otro Consejo de Ministros, en julio. La pelea ya era evidente.
En su discurso público en Cali, la vicepresidenta contestó a esos reclamos. Argumentó que la acusaron de no ejecutar el presupuesto de Minigualdad, pero “jamás me entregaron el instrumento para hacerlo”.
“Se promovió la idea de que como soy negra, seguro robo”, leyó, y luego se refirió a decepciones más personales: “Pronto pasé de ser el fenómeno político, la heroína, a ser la traidora”. En la tarima, disipó la idea de una renuncia, aunque varios allegados se lo han sugerido. “Si Dios y los ancestros permiten, yo me voy de aquí el 7 de agosto del próximo año”, dijo, visiblemente molesta.
Tomado de Agencias